Aléjate. Acércate.
Publicado por Kaiya Kin , miércoles, 16 de mayo de 2012 15:54
Este relato lo escribí mientras escuchaba una canción que me inspiraba. Os recomiendo que la escuchéis mientras leéis. http://www.youtube.com/watch?v=BoNZMlYtBC0&feature=fvwp&NR=1
Abro los ojos. Cae ante mí. Un sonido ahogado. Muerto. Me giro y me marcho. No vuelvo la vista atrás. Nunca lo hago.
Camino sin dejar rastro tras de mí. La gente camina. No me ven. No se fijan en mí. No saben quien soy. Llego a mi destino. Me paro y espero a que salga. Ahí esta. Aquí estoy. Llega el momento de mi actuación. Me coloco las gafas. Las que neutralizan mi poder. Las que me hacen parecer como él. Me acerco a él. La próximo conversación empieza a tomar forma en mi cabeza
<<-Hola preciosa, ¿necesitas algo?.-Lo dirá con voz seductora, y yo me tendré que hacer la tonta. Así comenzará. Yo haré que sea la última con la que haga eso.>>
Me acerco. Parezco débil. No es difícil fingirlo.
-Perdona.- Me llama. Es el momento. Debo parecer confusa. Me giro. Parezco asustada.- ¿Necesitas algo? ¿Estás bien?.- Palabras que resuenan en mi cabeza. Eso no es lo que tiene que decir. Así no debe actuar. Miro a sus ojos. Debo encontrar ese rasto de maldad que todos los demás tienen. Azul agua. Azul cielo. Libertad. Pureza. Nada de maldad. No debe ser así. Este es mi trabajo. No puede estropearmelo. Noto como el miedo se apodera de todo mi cuerpo. ¿Qué debo hacer? ¿Cómo debo actuar? Sé fuerte.
-Ayudame...-Digo en un siseo. Mi voz susurra como el viento. Lo hipnotiza.
-Te ayudaré.-Susurra. No. Eso no. No debes decir eso. Debes aprovechar la ocasión. Lo miro confusa. Busco respuesta en sus ojos. Sonríe. Una sonrisa cálida. No. Debe ser frívola.- Te llevaré a mi casa. Seguro que tienes frío.- No tengo frío. No tengo calor. No siento nada. ¿Por qué te preocupas por lo que siento? Nadie antes lo ha hecho. Nadie más lo hará. No debes preocuparte. No debes acercarte a mí. Soy muy letal. Puedo matarte. Debería matarte. Tengo que matarte. Toma mi mano. Me dirige a su apartamenteo El va delante. Y yo... Preparo mi arma letal. Abre la puerta. Espero a que se gire. Entonces... Lo mataré.
-Entra, voy a prepararte algo para que entres en calor.- No se gira. No me mira. Entro. Me coloco de nuevo las gafas. He de esperar. Aún no debo matarlo. Me siento. Espero. Mátalo ya. Puedes hacerlo. Puedes matarlo. No se lo espera. ¿Por qué no lo hago? No puedo. ¿Por qué? ¿Por qué no dijo la frase que tenía que decir? Entonces todo habría sido mas sencillo. Ya estaría muerto. ¿Por qué tuvo que preocuparse por mí? Nadie lo ha hecho nunca. Todos me han tenido miedo. O me han querido utilizar. Nadie se ha preocupado por mí. Tu no debes hacerlo. Mato. He nacido para matar. Soy una asesina. Vivo para ello. Tú eres el próximo. ¿Por qué no tienes miedo? Huye. Grita. Pero no sonrías. Jamás sonrías. Jamás te hagas amigo del enemigo. Te atacará por la espalda. Eso haré yo. Te mataré. No hay otra opción. Entras de nuevo, con una taza humeante. Sonríes.
-Toma, cogela.- Dice dandome la taza. No. No lo hagas. No sonrías. Ten miedo. Témeme. Como todos los demás.
-Huye.-Siseo enfadada. El me mira preocupado.-Huye. Te mataré.-Él enarca las cejas.
-No digas esas cosas. No voy a dejarte sola. Mirate. Tienes que estar muerta de frío. Toma esto, iré a por una manta.- Se levanta y me da la taza. Te he avisado. Debes huir de mí. Aún estás a tiempo. ¿Por qué no me haces caso? ¿Por qué no te marchas? ¿Por qué haces que me sienta mal? Tengo que matarte. Cada vez que ese pensamiento cruza mi mente, una punzada va a mi corazón. ¿Corazón? Nunca tuve de eso. Asumí que nunca lo tendría. Nunca sentiría. No existe el frío. No existe el calor. No existe el odio. No existe el amor. Nada existe realmente. Solo existe la muerte. Solo existo yo.
-Toma.-Me tiende una manta. ¿Cuándo ha llegado? ¿Desde cuándo está aquí? ¿Por qué te elegí a ti? No quiero matarte. Tengo que hacerlo. Siempre he querido matar. ¿Por qué ahora no? ¿Por que me miras así? Te miro. Todo es azul. Azul agua. Cariño. Dulzura. No me mires, Soy un monstruo. No quiero que me veas. No quiero que me mires. No quiero que me sonrías. Porque eso me hace sentir humana. No quiero. No soy humana. Nunca lo he sido. Nunca lo seré. No me mires así. No me hagas sentir así. No me hagas querer tocarte. No me hagas querer... besarte.
-Yo también...-Digo con voz rota. El sonríe. Se acerca aún más. Estamos a pocos centímetros. No puedo permitirlo. Si me besa, no podré matarlo. No puedo permitirlo. Sigue acercandose.-Voy a matarte...-Susurro. Un aviso. Al menos que lo sepa.
-Lo sé.-Susurra segura.- Eres la propia muerte. Pareces frágil, pero no lo eres. Eres más letal que nada en este mundo.- Dice mirandome a los ojos. ¿Cómo lo ha sabido? Sabe quien soy. Aún así me acepta. Nadie antes lo había hecho. No puede aceptarme. No puede quererme. Sabe que voy a matarle.- Prefiero morir estando contigo, que seguir vivo sin hablar contigo.-Acorta la distancia que nos separa. Me besa. Dulzura. Pasión. Calor. Todo mezclado. Entonces se separa y me mira por última vez a los ojos. Extiende las manos. Quita mis gafas.
Fuego. Terror. Sangre.
Abro los ojos. Cae ante mí Un sonido ahogado. Muerto. Me giro y me marcho. No vuelvo la vista atrás. Nunca lo hago.
Fin. Ha muerto. No hay vuelta atrás. No volveré a verle.
Bueno, este relato se me ocurrió en clase un día. Cuanto más escribía, más me gustaba. No es mucho de mi estilo, pero creo que está bastante bien. Espero que os guste.
Un besito,
Kaiya Kin
Sabes? Siéntete contenta, has conseguido que llore. Es genialísimo!!